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El optimismo no es suficiente pero es necesario: Una estrategia de liderazgo desde la Neurociencia y la consultoría organizacional

Por: Gabriel de Velasco

CEO Actitud Sistémica

Hace unos días, viví una experiencia reveladora en la cancha de tenis. Frente a un rival que, al menos en apariencia, tenía mayor habilidad, logré algo inesperado: ganar. Este resultado me llevó a reflexionar sobre una idea que hoy quiero compartir con ustedes: “El optimismo no es suficiente, pero es necesario”. Esta frase, aunque sencilla, encierra profundas implicaciones tanto en el ámbito personal como en el organizacional, especialmente para empresarios y directivos.

 

Optimismo y Neurociencia: el papel de la mente en el rendimiento

 

La neurociencia ha demostrado que el optimismo influye significativamente en nuestra capacidad de alcanzar metas. Cuando enfrentamos un desafío, el optimismo activa el circuito de recompensa en el cerebro, potenciando la dopamina, una molécula clave en la motivación y la resiliencia. Sin embargo, este estado mental no puede ser el único motor de acción. Si el optimismo no se traduce en estrategias concretas y habilidades ejecutadas con precisión, se corre el riesgo de caer en un optimismo ilusorio, desprovisto de sustancia.

 

En el caso de mi partido de tenis, mi optimismo inicial me permitió visualizar la posibilidad de victoria. Pero fue la estrategia —estudiar el ritmo del juego, capitalizar los errores del rival y mantener la concentración bajo presión— lo que realmente selló el triunfo. Este balance entre mente y acción es igual de crucial en el mundo empresarial.

 

De la inspiración a la ejecución: lecciones para líderes

 

En la consultoría organizacional, es común encontrar líderes optimistas pero carentes de estructuras que transformen esa actitud en resultados sostenibles. El optimismo debe funcionar como un catalizador, no como una solución en sí misma. Para liderar efectivamente, los empresarios necesitan complementar su mentalidad positiva con:

    1.    Análisis Racional: Desarrollar una comprensión clara de los recursos disponibles y los riesgos involucrados.

    2.    Planeación Estratégica: Establecer objetivos realistas y diseñar un mapa para alcanzarlos.

    3.    Ejercicios de Feedback: Crear canales para evaluar el progreso y ajustar la estrategia cuando sea necesario.

 

Por ejemplo, un CEO que enfrenta la incertidumbre de un mercado competitivo debe proyectar confianza al equipo. Pero esa confianza se vuelve estéril si no se acompaña de métricas claras, innovación constante y alineación organizacional.

 

Optimismo en acción: un caso empresarial

 

Recuerdo trabajar con un directivo de una mediana empresa que estaba enfrentando una fuerte disminución en sus ventas. Su actitud optimista era contagiosa, pero su equipo estaba agotado por la falta de claridad en la estrategia. A través de un enfoque orientado a soluciones, rediseñamos sus procesos, implementamos sesiones de trabajo colaborativo y redefinimos los roles del equipo. Su optimismo inicial no resolvió el problema, pero fue el punto de partida para transformar la mentalidad colectiva y recuperar terreno en el mercado.

 

El optimismo como necesidad estratégica

 

Entonces, ¿por qué digo que el optimismo es necesario? Porque es el motor emocional que nos impulsa a intentar lo que parece inalcanzable. Pero no es suficiente. Solo se convierte en un recurso valioso cuando se combina con habilidades, planeación y una ejecución impecable. En otras palabras, el optimismo nos da el punto de partida, pero el trabajo duro, la estrategia y la inteligencia organizacional son los que nos llevan a la meta.

 

Un llamado a los empresarios

 

Invito a cada empresario y directivo a reflexionar: ¿cómo están utilizando su optimismo? ¿Es solo una motivación temporal, o lo están transformando en acciones concretas que impulsen el crecimiento sostenible? Desde la cancha de tenis hasta la sala de juntas, el mensaje es claro: el optimismo debe ser el cimiento de un plan bien estructurado, no un simple refugio emocional frente a la adversidad.

 

Recuerden siempre: “El optimismo no es suficiente, pero es necesario”. Con esta premisa, podremos construir organizaciones resilientes, estratégicas y orientadas al éxito.

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